La locura

Y no me refiero precisamente a la enfermedad individual que puede llevar a alguien al manicomio sino al comportamiento general de nuestros políticos que también puede hacer terminar en el manicomio, sólo que en este caso, al conjunto de la sociedad.

En las sociedades modernas existen ciclos económicos que van desde la recesión y la crisis hasta la expansión y la bonanza; el porqué de una u otra es difícil de explicar para el común de los mortales que habitualmente es el que verdaderamente sufre los malos momentos y no tiene capacidad de compensar esos sufrimientos en los buenos. En definitiva, normalmente, cuando se pierde siempre pierde el débil, y cuando se gana siempre gana el fuerte.

En el devenir diario los políticos se comportan siempre, todos de la misma forma, tirando balones fuera; cuando algo va mal siempre es culpa de los demás y cuando algo parece que vale la pena los responsables son ellos. Del mismo modo tienen tal capacidad de mentir (la entrenan desde casi la infancia) que venden cosas que, en ningún momento, son reales; en los últimos tiempos su deporte favorito es decir, de sus oponentes, la primera locura que se le ocurra independientemente de que sea real o no. Llevamos prácticamente toda la legislatura sin actividad legislativa únicamente pendientes de Cataluña, los másters, las conversaciones grabadas por Villarejo, la legitimidad de la moción de censura, etc. y se olvidan de lo que verdaderamente deben hacer y que necesitamos como el respirar; sentarse y no parar hasta conseguir un consenso para una puesta al día de la constitución, una ley de educación para eliminar los déficits de las próximas generaciones, una ley electoral en la que prime lo que quiere la mayoría de los ciudadanos y no su beneficio (limitación de mandatos, listas abiertas, 2ª vuelta, etc), una ley de Partidos que evite sean controlados siempre por los mismos, una eliminación de los aforamientos poniéndonos al día con los países de nuestro entorno, una nueva legislación laboral que termine con la actual y con la precariedad laboral en la que vivimos, etc.

Vamos a poner encima de la mesa solamente algunas de las cosas más manifiestas de su actuación. 1- Con respecto a sus retribuciones y sus privilegios. 2- Con respecto a sus decisiones que repercuten en la vida de los ciudadanos.

1- Difícilmente un ciudadano normal puede disponer de las cantidades que ellos se adjudican como fijo y complementos (rara vez bajan de los 5.000 €/mes y con dos legislaturas es suficiente para que, al llegar la edad de jubilación, cobren la pensión máxima) y eso decidido sólo por ellos y sin que se perciba control alguno sobre su actividad excepto cuando hay una votación importante para ellos que entonces no falta nadie. En cuanto a los privilegios, a parte de poder estar toda su vida, legislatura tras legislatura e institución tras institución, aparcados en el escaño nos encontramos con el AFORAMIENTO; este concepto significa, ni más ni menos, que en donde en la Constitución dice “TODOS LOS ESPAÑOLES SON IGUALES ANTE LA LEY” ellos no entran, pues sólo les puede juzgar el Tribunal Supremo. Pueden vocear una y mil veces que hay que eliminarlo pero cuando se llega al momento de la verdad ninguno está de acuerdo con lo que dicen los otros y se dedican a otra cosa (que tampoco solucionan) y eso lo dejan aparcado.

2- Partiendo de la base de que la oposición no tiene capacidad de maniobra alguna desde el poder la Administración, a la hora de tomar decisiones de calado que tengan repercusiones económicas, siempre piensa en primer lugar como puede afectar ésta a los poderosos y su reacción (por lo menos hasta ahora) olvidándose del ciudadano normal que con su voto les ha llevado hasta donde están; posteriormente ya buscarán una explicación, aunque sea mentira, que la justifique. Pensemos en el tratamiento que, desde la Administración, se ha dado a temas tan sensibles y que afectan tanto al ciudadano como las hipotecas (con los desahucios), los precios de la electricidad, los precios del alquiler (inflados por la especulación), etc. No olvidemos la cadencia del proceso con más repercusión: 1- Las entidades bancarias facilitan alegremente, en la época de la burbuja inmobiliaria, préstamos hipotecarios basados en tasaciones de empresas propias. 2- Cuando llega la crisis y es imposible atender su pago los desahucian pero como el precio de la vivienda ha bajado manifiestamente (no olvidemos que el cálculo del precio inicial lo ha hecho una empresa del propio banco) continúan endeudados, sin casa y teniendo que “ir de alquiler”. 3- Como la digestión de estas propiedades afecta negativamente a sus balances llega el rescate con dinero de todos los ciudadanos. 4- Como última parte de este drama venden los pisos a fondos “buitre” que los utilizan para especular con los alquileres importándoles muy poco que una parte de sus ocupantes queden en la calle por 2ª vez; en este tema bancario no olvidemos la reacción de amenaza cuando el Gobierno Socialista planteó un impuesto y que supuso el olvido total del tema. Si nos vamos a las eléctricas tres cuartos de lo mismo; tenemos la electricidad posiblemente más cara de Europa y subiendo (derivado del sistema de cálculo tolerado por la Administración) y, al igual que en la banca, cuando se les pone de manifiesto, sus directivos salen con declaraciones fuera de tono. Todo esto deriva, en gran parte, de las listas cerradas y la consiguiente disciplina de voto (nadie se atreve a oponerse porque eso supone quedarse fuera de las siguientes listas) cosa que se evitaría con las listas abiertas en las que el ciudadano decide quienes son las personas físicas elegidas y, además, limitaría el poder de la cúpula de los partidos

Si todo lo anterior no es para volverse loco, incluso para tirarse por la ventana (si no recuerdo mal alguien ya lo ha hecho), decidme que más se necesita. Llegados aquí la pregunta obvia es ¿podemos hacer algo para evitarlo?; yo creo que si pero para conseguirlo tenemos que cambiar nuestro concepto actual de democracia (depositar la papeleta cada X años y ya está) y hacer un seguimiento, a lo largo de la legislatura, del cumplimiento de los compromisos contraídos, siendo críticos y no callándose aunque todo eso suponga un esfuerzo y, llegadas las siguientes elecciones, retirándoles la confianza aunque prometan el paraíso: no tenemos garantías de éxito pero, por lo menos, tenemos alguna posibilidad. Hacedme caso, concienciémonos, seamos consecuentes, esforcémonos, convirtámonos en “moscas cojoneras” y POSIBLEMENTE EVITEMOS TERMINAR EN EL MANICOMIO Y CONSIGAMOS UNA SOCIEDAD FUTURA MÁS JUSTA Y SOLIDARIA. Si delegamos en ellos para que lo hagan va a ser imposible por mucho que nos prometan.

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