Poesía: Víctor Hugo

A lo largo de los meses hemos ido repasando muchas de las miserias humanas pero, como soy una persona optimista (aunque a veces no lo parezca), creo que ha llegado el momento de poner encima de la mesa alguna de las maravillas de las que podemos ser capaces. Para ello he recurrido a uno de los escritores que ha sido capaz de reflejarlo mejor: VICTOR HUGO.

En la 1ª entrada de esta sección Rudyard Kipling nos transmitía magníficamente como tenemos que ser para llegar a lo que él entendía como perfección. Víctor Hugo plasma en este poema los deseos de un amigo, no sólo a otro amigo si no a toda la humanidad.

Leedlo con tranquilidad todas las veces que estiméis oportuno y pensad lo que sería este mundo si verdaderamente todos estuviéramos dispuestos a practicarlo con sinceridad y, yendo más lejos, ayudando a que se cumpla:

 TE DESEO

Te deseo primero que ames, y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar y que después de
olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas ser sin desesperar.

Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso
malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que
por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.

Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que,
algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea
justo, para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los
que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con
los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que
haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado
deprisa, y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es
necesario dejar que influyan en nosotros.

Te deseo de paso que estés triste, no todo el año,
sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras, con urgencia máxima,
por encima y a pesar de todo, que existen, y que te rodean,
seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro
y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto
matinal, porque de esta manera, te sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla, por más
minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas vidas está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero, porque es
necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas algo de ese dinero frente a ti y
digas:
«Esto es mío», sólo para que quede claro quien es el dueño de quien.

Te deseo también que ninguno de tus afectos muera,
pero que si muere alguno, puedas llorar sin
lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena
mujer, y que siendo mujer, tengas un buen hombre,
mañana y al día siguiente, y que cuando estén
exhaustos y sonrientes, hablen sobre amor para
recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar, no tengo más nada que desearte.

VICTOR HUGO

 

 

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