¿Por qué? ¿Qué estamos haciendo mal?

Con todo lo que estamos viviendo en esta etapa preelectoral anticipada e interesada nos podemos encontrar con múltiples motivos para ponernos delante el teclado y trasmitir nuestra mala leche; las ocurrencias son múltiples y cada cual más irresponsable.

Siempre he creído que, desde el punto de vista de desarrollo profesional de las personas y la influencia en su felicidad, existen varios niveles evolutivos en función de las posibilidades que la vida les permite: 1- Los que se ven abocados irremediablemente (sin elegirla ellos) a una actividad dura, con mala formación y sin gustarles, situación que les genera una vida frustrante. 2- Los que, también sin elegirla ellos, acceden con buena formación a una actividad no desagradable y terminan adaptándose, incluso disfrutándola. 3- Los privilegiados que pueden elegir la actividad que les gusta y reciben una gran formación para desempeñarla bien y la disfrutan a lo largo de toda su vida

Todo esto viene a cuento a raíz de una de las últimas iniciativas legislativas (decreto-ley) de los llamados “viernes sociales” del Gobierno Socialista; el intento de ayuda económica a los parados de en torno a 52 a. que no pueden encontrar trabajo; la pregunta es obvia ¿por qué una persona en la plenitud de su vida profesional, teóricamente bien formada y con una experiencia amplia, no puede encontrar un puesto de trabajo?.

Por otra parte, si hacemos un análisis profundo de nuestra sociedad (no tengo datos del resto) con respecto a la actividad laboral, nos encontramos con un número muy importante de ciudadanos que están deseando fervientemente les llegue el momento de la jubilación; ¿de verdad todos ellos pertenecen al primer al primer grupo en el cual se pueden sentir frustrados?, ¿cómo es entendible que la actividad a la que, después del sueño, has dedicado más tiempo en tu vida te genere el ferviente deseo de poder prescindir de ella?, ¿qué es lo que está fallando?.

Hoy he leído, en la prensa, un artículo en el que se hablaba sobre la tendencia actual (Canarias ya lo ha hecho obligatorio) de formar a los alumnos de primero a cuarto de primaria y secundaria en gestión de las emociones disminuyendo el tiempo dedicado a matemáticas y lengua; si sumamos esta disminución a las anteriores y a la ausencia casi total, en estos niveles, de la Filosofía y Latín ya tenemos la tormenta perfecta para generar la práctica desaparición de la capacidad de razonar y escribir con coherencia (como verificación de este fenómeno no hay mas que visualizar los mensajes telefónicos de las últimas generaciones); en el mismo artículo aparece un mapa en el que se pueden ver los porcentajes de abandono escolar en secundaria que se mueve entre el 6,9 % de Euskadi y el 29 % de Ceuta y Melilla. Con todo esto da la sensación que los esfuerzos tendentes a conseguir que los ciudadanos lleguen a formar parte del tercer grupo (referido en párrafo anterior de este escrito) y disfruten su vida profesional, hechos desde la Administración (a través del departamento de educación), son más bien escasos o más bien nulos. Recordemos un dato incontrovertible: en los cuarenta años de vigencia de la actual constitución las modificaciones de la ley de educación han sido siete, todas ellas por intereses partidistas y sin ningún tipo de consenso, imprescindible para algo tan importante.

Para completar todo el cuadro hay que hacer referencia a la falta de escrúpulos de las grandes empresas a las que les importa muy poco despedir o jubilar a todo aquel trabajador (tenga la edad y formación que tenga) que le suponga mayor costo económico que el más joven que le sustituya y todo ello con la aquiescencia cómplice nuevamente de la Administración, que legisla “ad hoc” pensando más en ellas y nada en el resto de los ciudadanos. Por supuesto que los políticos de las cúpulas de los partidos, cuando se jubilan de la actividad política, sí que encuentran trabajo en los consejos de administración de esas empresas.

En este punto es donde, de verdad, podemos hacernos las preguntas del principio e igual vislumbramos cual podría ser la solución; ¿POR QUÉ? ¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO MAL? ¿QUÉ TIENE QUE VER CON ELLO EL AFÁN DE RIQUEZA DE LOS PODEROSOS? DE VERDAD ¿TENEMOS UNA SOCIEDAD JUSTA Y CON IGUALDAD DE OPORTUNIDADES QUE PERMITA A TODOS EL DESARROLLO NECESARIO? ¿QUÉ PODEMOS HACER LOS CIUDADANOS DE A PIE PARA INTENTAR SOLUCIONARLO?

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