El ganao

La 3ª acepción de ganado en la RAE aparece como coloquial “conjunto de personas”; en el uso diario de los ciudadanos se emplea habitualmente la expresión “vaya ganao” para referirse a personas que, teniendo una responsabilidad importante,  se comportan de forma irresponsable.

En los últimos tiempos, derivado de sus múltiples apariciones en los medios de comunicación con su habitual prepotencia y falta de respeto, el portavoz del PP en el Congreso Rafael Hernando ha despertado en mi mente la necesidad de reflexionar un poco sobre las personas que nos gobiernan; por supuesto que soy consciente de que están ahí porque los votos de los ciudadanos los han puesto pero también soy consciente de que si la honestidad y la ética prevalecieran en ellos y, de verdad, se dedicaran a mejorar la Sociedad haciéndola más justa y solidaria, su actuación estaría más acorde con lo esperado por sus votantes.

Vamos a intentar hacer un recorrido a través del tiempo, el espacio y los distintos partidos políticos; como se han comportado, se comportan en la actualidad y, casi seguro, se comportarán en el futuro y todo ello en los distintos territorios del estado y todos los partidos aunque haya diferencias entre ellos, tanto cualitativas como cuantitativas.

Para empezar me gustaría dejar claro que, desde mi punto de vista, las dos drogas más adictivas y peligrosas que hay hoy en día son “EL PODER” y “EL DINERO”; con anterioridad ya me he referido a Plutarco (vivió hace 2000 años) cuando decía que la avaricia es el único vicio que lucha por no satisfacerse y yo creo que tenía razón pero que se olvidaba del poder que, en ese sentido, genera, posiblemente, una mayor dependencia que el dinero y, además, teniéndolo se pueden disfrutar los dos. Cuando se detenta poder por delegación aparece tal sensación de patrimonialidad e impunidad que, en muchos casos, lleva a esas personas a cometer auténticas tropelías. Además a más tiempo detentándolo y en más cantidad, más posibilidad de abuso.

Hoy vamos a centrarnos en nuestro propio “GANAO”, el español; más adelante intentaremos ampliarlo al resto del mundo. Intentaremos analizar las manipulaciones, los comportamientos no precisamente éticos y, por último, la corrupción. Todo ello haciendo un recorrido geográfico en el tiempo, tanto a personas como a partidos políticos.

Si nos retrotraemos a hace más de 50 años, en plena dictadura, todos podemos estar de acuerdo que, los que detentaban el poder (tanto económico como político) imponían sus criterios con total impunidad entre otras cosas porque nadie se atrevía a cuestionar sus decisiones, fueran estas del tipo que fueran. Todo esto derivaba de la discrecionalidad de la escala de mando dictatorial y era igual en todo el territorio estatal.

A finales de los 70, no sin esfuerzo, llega la Democracia y todos pensamos que, con ella, iban a desaparecer todo este tipo de prácticas. Pensamos que después de haberlo sufrido durante toda nuestra vida por obligación no íbamos a ser capaces de practicarlo, y que la ética nos llevaría a actuar con justicia. Craso error; en lugar de imponerse el respeto y la justicia social, se democratizó (entendiendo por democratizar el que cualquiera puede tener acceso a ello) el abuso, la injusticia y el latrocinio. Los partidos se convierten en estructuras jerárquicas rígidas en las que, si quieres progresar, tienes que convertirte en el perrito faldero de los que mandan y así, algún día, llegarás a mandar. En definitiva se confirma el principio de que “cualquier persona es capaz de soportar que la pisoteen si tiene alguien debajo a quien pisotear”.

La política se convierte para algunos en la única profesión posible y los que se meten en ella lo hacen a edades muy tempranas (17,18 a.) sin haber ejercido antes trabajo alguno (a veces sin haber completado los estudios mínimos) lo cual los hace ser capaces de cualquier cosa para no verse en la más completa inanición económica si los dejan fuera de la organización.

Olvidémonos de la época dictatorial (aunque por determinados comportamientos de “algunos” resulte manifiestamente difícil) y centrémonos en la etapa constitucional a lo largo y ancho de toda la geografía y de todos los partidos, con los múltiples aposentos de políticos que existen (Parlamento Europeo, Parlamento Español, Comunidades autónomas, Diputaciones, Ayuntamientos, Gobiernos varios y no nos olvidemos del tropel de asesores); todo esto significa miles de puestos de trabajo, con magníficos sueldos y jubilaciones superiores a las más altas del resto de los mortales, controlados por la cúpula de los partidos lo que les permite tenerlos “agarrados por el cuello”.

Pero demos un paso más y pongamos encima de la mesa que les permite esa situación: 1- Capacidad de decisión, a veces definitiva, en contrataciones de la Administración con empresas privadas. 2- Capacidad de influencia legislativa que puede beneficiar a los poderosos. 3- Aforamiento a través del cual se pueden escurrir más fácil de la acción de la Justicia. Todas estas capacidades significan, de entrada, PODER y, en muchísimas ocasiones, grandes cantidades de DINERO como contraprestación a los “favores”. Si visualizamos objetivamente, los llamados “viejos partidos”, ya sea en la Administración Central o en las periféricas, están todos inmersos en procedimientos judiciales por corrupción; hoy por hoy con respecto a los nuevos partidos (los emergentes) aun no podemos decir nada pero me temo que cuando tengan el poder suficiente no va a variar mucho su forma de actuar.

Si, por un momento, aparcamos la corrupción y analizamos otras actuaciones nos encontramos con que a quien de verdad protegen es a los poderosos (bancos, eléctricas, gasísticas, petroleras, etc) olvidándose del ciudadano de a pié; los casos más recientes son el rescate bancario, el de las autopistas radiales o el almacén de gas de Tarragona (si los proyectos hubieran triunfado los beneficios habrían sido para las empresas, pero como fracasaron las pérdidas las asumimos todos), y que decir del impuesto al sol y las trabas para colocar paneles solares en las viviendas con lo que evitan disminuir la dependencia energética pero aumentan los ingresos de las eléctricas y la contaminación. A cambio de ello ¿que consiguen?; puestos en los consejos de administración con sueldos no por debajo de 200.000 €.

Y si hablamos de impuestos otro tanto de lo mismo; se les “llena la boca” hablando de bajadas de IRPF ridículas pero nadie habla de los exagerados impuestos indirectos (los más injustos puesto que pagan exactamente igual el que gana mucho que el que gana poco). La verdadera justicia redistributiva se hace con los impuestos directos (pero eso significa tocarles el bolsillo a los poderosos e igual se enfadan).

Hace unos años escuché, en una entrevista, a Pedro Ruiz dibujar un escenario que cada vez veo más real: decía que nos imagináramos un techo totalmente opaco por encima del cual hay unas X que nadie ve, por debajo unas luces encendidas, alrededor de las luces mariposas y en el suelo un rebaño de borregos. Como no eran capaces de interpretarlo lo hizo él: las X son los amos del mundo a los que nadie conoce y deciden todo, las luces son los políticos que actúan al ritmo que marcan las X, las mariposas son los que se aprovechan de las decisiones de los políticos para beneficiarse y el rebaño de borregos somos todos los demás. Me temo que este es el escenario en el que vivimos y creo que no va a mejorar precisamente a no ser que la sociedad (todos a una) se subleve y fuerce el cambio cosa que no se vislumbra, por lo menos, en un horizonte cercano. Hasta aquí nos ha llevado todo ese “ganao” de ineptos e impresentables al que, sin ser conscientes, entre todos hemos elegido “democráticamente”.

No os olvidéis que si vosotros no lucháis por vuestros derechos difícilmente alguien lo va a hacer y mucho menos si ese alguien se encuentra en una posición de confort que no quiere poner en riesgo bajo ningún concepto. Si la pregunta es ¿cómo podemos luchar? Creo que alguna vez he dicho lo que pienso de ese tema: ANALIZANDO, SIENDO RESPONSABLES, RETIRÁNDOLES, EN LAS URNAS, EL PODER QUE PREVIAMENTE LES HEMOS DADO, SALIENDO A LA CALLE Y, SI ES NECESARIO, COMPROMETIÉDONOS PERSONALMENTE EN LUGAR DE DELEGAR; pero sobre todo ¡¡¡NO CONVIRTIÉNDONOS EN “GANAO”!!!.

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