Mirando hacia atrás

Hoy es 9 de Marzo y, esta mañana, he visto en Facebook una serie de fotos de mujeres alistanas de la primera mitad del siglo pasado; todo esto ha traído a mi mente unas imágenes, grabadas por un cineasta francés, quizás anteriores a esas fechas y que son el fiel reflejo de la forma de vida de esa tierra en aquellos momentos.

Antes de seguir quiero situar en el mapa a la querida y maravillosa tierra en la que nací y viví feliz los 12 primeros años de mi vida; está, a unos 900 mts de altura, al oeste de Zamora, en la frontera con Portugal (allí se llama “raya”) y en gran parte del siglo pasado aislada de todo aquello que signifique evolución y progreso. La vía férrea circulaba por el norte y la carretera por el sur dejando en medio “la nada” unida por caminos de carros; aunque esta descripción pueda llevar a pensamientos de horror yo os puedo asegurar que la forma de vida de aquellos tiempos era lo más solidario que he conocido a lo largo de toda mi vida (podía haber enfrentamientos personales pero cuando alguien necesitaba la ayuda de los demás la tenía inmediatamente a su disposición).

Pero volvamos a hoy, día posterior al “Día de la Mujer”, y con ello a las imágenes de hace casi un siglo que reflejan perfectamente lo que, entonces, era la vida de la mujer allí; se trata de la presentación de lo que es el Viernes Santo de Bercianos (a unos 15 Kmts de Lober, donde yo nací) y en ella se hace una entrevista a la panadera del pueblo. Se le pregunta que si ella vende el pan y contesta que si, que quién lo hace y dice que ella, que quién cuida la casa y a los hijos y también es ella y cuando le dicen que si eso es todo contesta que también “echa una mano a su marido en el campo”.

En ese entorno y ese tiempo nacieron y vivieron mis padres y allí mi madre con 12 años, al oír decir a su padre autoritario que el sitio de la mujer era la cocina y no el estudiar, decidió que nunca a un hijo o a una hija suya le ocurriría algo parecido; se negó a casarse con quien le quisieron imponer y lo hizo con mi padre que entendió y apoyó su proyecto y cuyo resultado, después de grandísimos esfuerzos para que pudiera tener formación universitaria, soy yo. A pesar de los grandes sacrificios nunca he conocido a nadie más feliz y orgullosa que ella y era una delicia verlos pasear, con más de 80 años, cogidos de la mano como dos jóvenes enamorados. Para mí ellos fueron los primeros feministas de mi historia aunque no fuera consciente de ello en el inicio.

¿Entendéis ahora los recuerdos en estas fechas y el sentimiento de orgullo que me producen?; no podemos olvidar que, en una sociedad como aquella, era muy difícil, por no decir casi imposible, tomar decisiones de ese tipo, sobre todo si lo comparamos con la situación social actual con su visibilización y reivindicaciones y que, a pesar de ello, le falta mucho para conseguir la meta. 

Después de toda una vida conviviendo y sintiendo esta reivindicación sólo me queda  decir que anhelo con todas mis fuerzas ver el día en el que el feminismo haya conseguido su meta y la sociedad, en su conjunto, haya asumido sus objetivos de que la mujer sea respetada en el más amplio sentido, desaparezcan las “supuestas obligaciones” propias de la mujer y no haya diferencia alguna con el hombre en el acceso a cualquier puesto o dignidad social.

1 comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *