La sensibilidad

BARCELONA 3 10 2017 Huela general concentracion en placa Universitat FOTO de JULIO CARBO

La acepción 3ª de la RAE sobre sensibilidad dice: manera peculiar de sentir o de pensar. Yo creo que ese sentir en cada persona puede ser diferente y que esta diferencia puede proceder de múltiples factores y el resto de la sociedad debe ser capaz de detectarlo, entenderlo y ayudar a facilitar que su evolución sea coherente, sin crear conflictos que terminen en enfrentamientos desagradables. Esto deriva del régimen de libertades en el que vivimos; si no lo entendemos así podemos estar haciendo que la convivencia sufra serias alteraciones con todo lo que ello significa y, si además tenemos una responsabilidad política y social importante, la gravedad de las consecuencias puede ser tremenda.

Todo esto “viene a cuento” por el estrés que estamos sufriendo derivado del “procés” catalán en el cual se ha establecido una lucha cerrada por ver quien la tiene “más grande y más dura” olvidándose de mirar hacia atrás e intentar averiguar de dónde procede todo este desbarajuste y quién es el o los responsables, sin intentar esconderse y culpar al vecino.

La sensibilidad sobre tu tierra es algo que tenemos todos, seamos de donde seamos, y eso no debe significar ningún problema, en la relación con los demás, siempre que tengamos claros los límites unos y otros; yo que nací y viví los primeros años de mi vida en Aliste y he pasado el 80% de mi vida en Euskadi convivo en paz con las dos sensibilidades sin que me creen conflicto alguno y defendiéndolas a ambas con toda intensidad, respeto y cariño.

A lo largo de mi vida profesional mi relación con Cataluña (más concretamente con Barcelona) ha sido frecuente e intensa; allí he hecho múltiples cursos y tengo grandes amigos. Siempre me he sentido allí un privilegiado y he disfrutado de múltiples fines de semana en armonía y respeto; en el momento actual, en mi caso, continua siendo igual. Luego ¿dónde está el problema?. Intentemos hacer un análisis histórico cronológico:

1- Durante los 40 años de dictadura, al contrario que en Euskadi con el euskera, el catalán era de uso común (hasta la misa se hacía en catalán) y yo no visualicé, en aquellos momentos ningún tipo de protesta. Quizás ésta fuera la causa de que, al llegar el periodo democrático, desde el Gobierno Central se pensara que podía olvidarse esa sensibilidad que, con más intensidad, puede acentuarse al tener un idioma propio.

2- A lo largo de los últimos 40 años (ya sin dictadura y con el Estatuto en marcha) lo que más buscaba al gobierno de Madrid era el apoyo de los partidos catalanes para poder gobernar sin problemas (estamos hablando tanto de PP como de PSOE) y han dejado que Cataluña se convierta en el coto privado de los políticos catalanes que estaban al frente proliferando la corrupción, la manipulación y la sensación de patrimonialidad (no olvidemos la frase de Marta Ferrusola en comisión del parlamento catalán “¿cómo podéis hacer esto a Cataluña” ). Unos por acción y otros por omisión todos los políticos de los últimos 40 años que han tenido responsabilidad de gobierno son culpables del desaguisado actual.

3- Si analizamos las cúpulas actuales de los partidos puramente catalanes (desde la derecha a la izquierda) nos encontramos que casi todos se mueven entre los 45 y 55 años de edad, y que su etapa de formación académica preuniversitaria (en la que se puede manipular la mente de las personas) trascurre en el periodo de gobierno de Jordi Pujol con todas las trasferencias de educación en sus manos y con total ausencia del Gobierno Central. Llegados a este punto no es difícil entender la tormenta perfecta en la que nos encontramos.

4- Si a todo esto añadimos la cerrazón mental e intereses de los políticos actuales negándose a las modificaciones legales que hubieran podido evitar este desastre y permitirían un futuro más esperanzador lo que podemos esperar no es precisamente una solución con una cicatrización definitiva del problema y, cuando ocurre esto, sólo es cuestión de tiempo que no volvamos a ver en situación similar e incluso de mayor intensidad.

Llegados a este punto ¿qué se puede hacer?. Hombre pues yo creo que lo más lógico en una Democracia avanzada y moderna como se nos llena la boca de repetir: sentarse todos alrededor de una mesa, asumiendo que nadie tiene la verdad absoluta, y hablar sin poner como condición el resultado final que nos interesa y no dejar de hacerlo hasta que todos estemos de acuerdo en el resultado (con logros y cesiones de cada uno). El problema es, que visto lo visto, la sensación de que estos interlocutores van a actuar de esta forma la veo, como mínimo, bastante lejana.

Lo que no debemos olvidar nunca es que vivimos una sociedad que para evolucionar y conseguir las mejores condiciones de vida para sus ciudadanos precisa estabilidad y caminar todos empujando en el mismo sentido, pensando en el bien común y la solidaridad para llegar a la justicia social. SI SOMOS CAPACES DE CONSEGUIR ALGO ASÍ VALDRÍA LA PENA SALIR A TOMAR UNAS COPAS PARA CELEBRARLO.

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