Dios y el demonio

Vaya por delante mi máximo respeto a las personas con creencias y más si son coherentes, en su forma de actuar, con dichas creencias. Hace unos años, en un viaje a Estambul con otro matrimonio, nos encontramos, en la puerta de Santa Sofía, con un magnífico guía que nos enseño una ciudad difícil de ver si no es con una persona así; el único problema era que, mientras nos desplazábamos en la furgoneta, sólo sabía hablar de las bondades del Islam: el tema quedó zanjado cuando yo le dije que para mí Dios era todo lo bueno que hay en todas las persona y el demonio lo malo, a lo que contestó que eso estaba al 98% de acuerdo con lo que dice el Corán y, al día siguiente, me regaló uno en español y comentado no volviendo a aparecer el tema religioso en las conversaciones.  

Todo esto viene a cuento por la aparición, en la sección de opinión de El Correo, de un artículo escrito por un profesor de moral social cristiana, con el título “¿Cuánto dura la bondad humana sin Dios?” y sobre que las personas en peores condiciones cuestionan mi vida segura. El artículo comienza con la cita de una frase de Umberto Ecco “Sin miedo no puede haber fe. El que no teme al demonio ya no necesita a Dios” y, a continuación, hace un análisis sobre las reivindicaciones de los “maltratados por la sociedad” hacia los que se encuentran en una situación de privilegio, reflejando que esta situación se da por los abusos de estos últimos. Como en el caso del guía de Estambul yo estoy al 100% de acuerdo con esto pero la última parte del último párrafo, en el que dice “cuando los más necesitados del mundo nos reclaman los derechos de su dignidad y cuidado, sin Dios es fácil que nos falten razones para ser tan justos como la vida requiere; y tan generosos menos todavía”, desde mi punto de vista está muy lejos de la realidad y por eso voy a intentar explicarme.

Los representantes de Dios en la tierra son la llamada “jerarquía eclesiástica” (se supone que creen en Dios y lo consideran un apoyo para ellos) y estos, salvo honrosas excepciones, han estado siempre, a lo largo de toda la historia, al lado de los poderosos en todas las religiones, sean monoteístas o politeístas. Desde mi punto de vista uno de los motivos más importantes del desastre que es en la actualidad Oriente Medio es la aparición, en él, de las 3 grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam) que, a pesar de compartir un importante número de santos y profetas, han mantenido una guerra fratricida a través de los siglos, afirmando todas que su Dios es el único verdadero y triturando a los que creen otra cosa.

Igualmente, si nos acercamos más en el tiempo y espacio hasta la Iglesia Católica actual de España, nos encontramos como, aprovechando una ley injusta, se han apropiado (robado) de múltiples propiedades (no sólo lugares de culto), incluidas la Catedral de Sevilla y la Mezquita de Córdoba, que les generan una cantidad de millones importante derivados de las visitas turísticas. Parece que a éstos, supuestamente tan cerca de Dios, también les faltan razones y les resulta difícil ser justos cuando los necesitados del mundo nos reclaman los derechos de su dignidad y cuidado. Además la Iglesia proclama la caridad cristiana (mísera aportación del que tiene mucho, conseguido no se sabe como) derivada de lo buenos que son y se olvida de lo que significa la solidaridad basada en los derechos de todos los miembros de la sociedad por el mero hecho de serlo. 

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