Reflexiones en vacaciones VI: El Respeto

A lo largo de toda mi vida siempre me he esforzado para respetar a los demás y creer que el resto de los conciudadanos se comportan de igual manera; llegada esta época del año y conociendo la relajación que produce en las personas, al igual que cuando volamos ponemos el teléfono en modo avión, pongo mi cerebro en “modo vacaciones” para evitar que determinadas actitudes me lo hagan explotar.

A pesar de todo, quizás influenciado por la hipersensibilidad que me acompaña últimamente, he captado demasiadas cosas (bolsas de basura en medio de la acera durante varios días en zonas por donde no pasan a recoger, botellas y porquería por todas partes, papeleras arrancadas, tapas de cajas de contadores rotas con la corriente eléctrica accesible a los niños, etc.) que me han llevado a intentar hacer un repaso del comportamiento de la sociedad en la que vivimos y su facilidad para practicar el egoísmo y olvidarse de los demás.

Hace unos años le concedieron a Antonio Gala el premio al CIVISMO y en la entrevista posterior a la entrega el periodista le preguntó, “Don Antonio ¿Qué es el civismo?” a lo que éste contestó que no sería capaz de darle una definición clara de lo que es pero si le iba a poner un ejemplo de lo que no es: imagínese Vd, dijo, un automovilista que circula por una carretera de montaña y, al salir de una curva, se encuentra con una piedra que le dificulta el paso pero no se lo impide totalmente y, en lugar de retirar la piedra, maniobra para pasar y la deja allí con el riesgo que supone para el siguiente. Eso es una ausencia total de civismo y los españoles tendemos mucho a ello: haced un poco de memoria y recordaréis unas frases con mucho éxito en nuestra infancia; “maricón el último”, “el que venga detrás que cierre la puerta”, etc.

Si hacemos un repaso por todos los estamentos de la sociedad el comportamiento es similar: LOS POLÍTICOS, a los que lo único que les preocupa es el poder propio y, a los ciudadanos que deben proteger, los manipulan miserablemente para que les den lo único que necesitan de ellos: el voto. LAS GRANDES EMPRESAS; bancos, eléctricas, gasísticas, petrolíferas, etc; son nuestros amigos mientras paguemos religiosamente su precios abusivos pero si se produce un impago no preguntan el porque, simplemente te cortan el suministro. EL RESTO DE CONCIUDADANOS, en su mayoría, son incapaces de dar las gracias cuando alguien hace un esfuerzo para que ellos puedan disfrutar de alguno de sus derechos; no hablemos ya de cuando hay por medio dinero, ¿se imaginan que haría la mayoría si, al pagar una compra con 20 €, le devolvieran de 50 €? Se justificarían con que bastante les roban ya.

Yo creo que, en nuestro idioma, hay tres palabras que usándolas y creyendo en lo que estamos diciendo, nos llevarían a las mayores cotas de respeto posibles: GRACIAS, PERDÓN Y POR FAVOR. No las olvidemos nunca y procuremos usarlas porque ayudaríamos a que la sociedad en la que vivimos fuera más habitable y feliz. ¡QUE SEAIS MUY FELICES Y HASTA LAS PRÓXIMAS VACACIONES CON LAS SÉPTIMAS REFLEXIONES!.

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