Cinismo e inmigración

En estos últimos días hemos asistido a un auténtico esperpento de cinismo por parte de todos los representantes políticos de la Unión Europea.

Me refiero a las manifestaciones verbales y las actuaciones posteriores en referencia a los inmigrantes muertos en las proximidades de la isla italiana de Lampedusa. Todos se han rasgado las vestiduras por la desgracia, han manifestado su pesar por las víctimas y se han propuesto que eso no vuelva a ocurrir. El problema surge con la solución que quieren aplicar: blindar nuestro querido Mare Nostrun para detectarlos, antes de que naufraguen y se ahoguen, y por supuesto repatriarlos lo antes posible y luego que se mueran de hambre en su país de origen lejos de nuestra vista, como lo han estado haciendo durante años, sin que hieran nuestra sensibilidad. En ningún momento he oído una frase en referencia al motivo de esa inmigración salvaje a la que se ven obligados en múltiples países.

Todo esto me ha traído a la mente el recuerdo de un artículo de Arturo Pérez Reverte (LOS AMOS DEL MUNDO, 1988) en referencia a los tiburones de las finanzas y que cuadra perfectamente en esta situación.

A lo largo de más de 100 años, las grandes compañías occidentales (Europa y EEUU) se dedican sistemáticamente a esquilmar de sus recursos a los países del mal llamado tercer mundo (léase básicamente Africa) en beneficio propio, colocando dictadores salvajes que los esclavizan y hacen morir de hambre. Durante muchos años, al no tener información del exterior, no conocían otra cosa que su entorno próximo y asumían su destino, pero actualmente pueden ver como se vive en Europa y es lógico que no se resignen al destino que les hemos deparado. Nunca podremos evitar, por muchas murallas y muy altas que pongamos, que intenten vivir su vida con dignidad, las saltarán aunque sea sobre los cadáveres de sus compañeros. Solo si permitimos que sus países se desarrollen en justicia y libertad en base a que los beneficios de sus materias primas vayan básicamente a ellos y no a las grandes compañías occidentales (TAMBIEN AMOS DEL MUNDO) conseguiremos lo que yo creo es un anhelo primario de toda persona: desarrollarse, ser feliz y morir en su propia tierra

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