Nueva sección sobre Poesía

Hace años, desde la dirección de una empresa, inicié una costumbre que posteriormente, una vez finalizada la relación con la empresa, continué practicándola con mis amigos hasta que la falta de respuesta me indujo a pensar que para ellos  no tenía significado.

La citada costumbre era felicitar la Navidad con un poema a través del cual se puedan decir cosas y ahora quiero retomar esta vieja costumbre, periódicamente, en este medio. Espero que, aparte de decir cosas, sirva para estimular la lectura de la poesía.

Para esta 1ª entrega he elegido el mismo poema con el que  inicié la anterior etapa el “SI” de Rudyard Kipling. No haré ningún comentario sobre él pues prefiero que cada uno saque sus propias conclusiones; simplemente diré que, aunque haya muchas traducciones, en todas ellas resulta maravilloso.

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria…

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas…

Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice «!Continuad!».

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.

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