El tranvía

El gran mantra del transporte urbano moderno, incluso interurbano en algunos casos. Todas las ciudades quieren tenerlo por su limpieza, por su capacidad de vertebración y por su comodidad, pero sobre todo porque con él se puede generar imagen para los políticos; por lo bien que se vende el proyecto, la realización y sobre todo la inauguración. Da lo mismo que sea necesario o no para lo que se proyecta, que haya otras necesidades prioritarias o que su costo sea desmedido con respecto a lo que aporta. Siempre va a salto de mata, nunca se plantea un proyecto coherente global que contemple a toda la colectividad sino que se tienen las ocurrencias que en cada momento interesan a quien está en el poder y después se busca la justificación para venderlo a la ciudadanía, preferentemente en época electoral.

Vitoria es uno de los ejemplos más clásicos. El primer intento se produjo en la 2ª mitad de los años noventa apadrinado por el sector socialista del Gobierno Vasco y fracasó ante la falta de aceptación por parte de la ciudadanía. Posteriormente, en vísperas de la Navidad de 2008 se inauguró el primer trayecto; en la actualidad se bifurca en la rotonda de América Latina con un ramal hacia Abetxuco y otro a Lakua. Los resultados publicados por las instituciones y el hecho de ser calificado como “transporte limpio” son francamente positivos aunque la aceptación por parte de los ciudadanos es más dudosa puesto que a parte del éxito como transporte hay que valorar otra serie de parámetros como son el ruido, el enlentecimiento del tráfico, las vibraciones, el deterioro del firme, los accidentes, etc. A ello se suma que para ser “transporte limpio” en donde se utiliza, hay que contaminar en los lugares de generación de la energía (cosa no precisamente solidaria).

Para llegar a sacar una conclusión de lo bueno o malo que es como medio de transporte habrá que tener en cuenta todos estos parámetros y otros como la necesidad, la relación coste-beneficio y una planificación nacida de un estudio global de la ciudad que lo lleve a donde de verdad tenga una relación calidad-precio óptima, etc.

Yo creo que si se tienen en cuenta estos parámetros (y algún otro que seguro me dejo) y se dejan a un lado los beneficios políticos que puede reportar a quien gobierna en ese momento (en definitiva priorizar el beneficio colectivo frente al partidario y personal) puede tener un gran futuro como tuvo un pasado glorioso (no olviden que es un medio de transporte muy antiguo, incluso tirado por caballos). El problema, en Vitoria, es que no parece que en la actualidad los tiros vayan por ahí.

La idea de las Instituciones competentes (Gobierno Vasco y Ayuntamiento de Vitoria) es construir un ramal de unos 1700 mts de recorrido entre la c/ Angulema (punto final, en el centro, actual) y Domingo Mtz Aragón (al otro lado del Campus Universitario, me imagino que con una parada intermedia que estaría a 600 mts del punto de salida.

Estudiando datos reales nos encontramos con: 1- La parada intermedia, por pura lógica, debería estar situada en las inmediaciones de la Iglesia de San Cristóbal (si queremos que sea mínimamente útil para el barrio) y eso significaría ahorrar 3-4 min. de tiempo y 600 mts de andar. 2- La frecuencia del servicio imagino debería estar acorde con la entrada y salida de las facultades con lo cual sería baja. 3- Las esperas, para los vecinos de la zona, en estas circunstancias serían muy largas con lo cual lo lógico es que decidieran hacer el recorrido andando porque tardarían menos y sería más barato. 4- Si aumentamos la frecuencia para un nº tan pequeño de personas encareceremos el servicio tanto que posiblemente resulte más barato pagar los desplazamientos en taxi. 5- Para llegar andando, los estudiantes, desde la c/ Angulema a las Facultades cuesta 5 min. y entre el tranvía y los 200 mts desde la nueva parada 6-7 min. 6- Si a todo esto le añadimos el costo de la construcción (17 millones de € estimado, seguro que por encima de 20 reales) díganme que harían Vds.

Yo lo tengo bastante claro: intentaría vertebrar los barrios más periféricos y poblados uniéndolos con el centro y, a través de él, entre si, dejando la posibilidad fácil de llegar a los dos principales polígonos industriales (Júndiz y Gamarra-Betoño) intentando conseguir disminuir el uso del coche para desplazarse al trabajo. Puede tener un costo económico importante pero la rentabilidad social y en salud, que generaría, creo que lo justificaría ampliamente frente a otros muchos que se ponen en marcha en la actualidad. Todo este razonamiento les puede parecer muy lógico pero como todo el desarrollo del proyecto implica un tiempo largo y piensan que no les va a aportar ningún rédito electoral, yo les aseguro que no será tenido en cuenta; no sólo en Vitoria sino en cualquier ciudad que Vds me pongan encima de la mesa.

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