¿En qué sociedad vivimos? ¿Hacia dónde vamos?

Como suele ser habitual, la desaparición de Blanca Fernández Ochoa, su búsqueda y el tratamiento mediático de la misma despertaron en mí la necesidad de escribir; en contra de mi forma de pensar (la inmediatez no permite una evaluación razonada de los hechos y suele llevar al error) me precipité y lo hice  muy rápido, repitiendo los conceptos de una publicación anterior y quedando totalmente desfasado a medida que todo iba evolucionando.

Por todo ello he decidido tirarlo a la papelera y enfocarlo desde un punto de vista que creo se ajusta más a la realidad completa de lo que ha ocurrido.

Hay que partir de la base de que vivimos en una sociedad donde el egoísmo prevalece por encima de cualquier otra cosa; cada uno de sus miembros dirige su actividad para intentar conseguir lo que entiende mejor para él, no importándole absolutamente nada las consecuencias que esta actitud suponga para los demás. Esto prima en todos los estratos sociales pero daña mucho más practicado por los poderosos puesto que lo pueden imponer.

Si trasladamos las reflexiones anteriores al caso de Blanca, siempre sin restarle su esfuerzo y dedicación, nos encontramos con una persona que, posiblemente derivado de la situación familiar, dispone en su etapa juvenil de las condiciones económicas necesarias para la práctica del deporte del ski. Si a todo ello añadimos unas condiciones físicas idóneas se puede entender que llegue a las metas que todos conocemos.

Con la llegada del éxito y la consecución de su medalla olímpica todo rueda a favor de corriente; los medios de comunicación la colocan en el pedestal y los responsables políticos sacan pecho a su lado y todo el mundo se deshace en loas consiguiendo que se sienta un ser especial. El problema empieza a aparecer, al ser su deporte minoritario y no atraer el fanatismo de las masas, cuando no hay ningún acontecimiento de relevancia que la mantenga en el foco de atención. 

Todo el maravilloso tratamiento que ha recibido en esos momentos y que la ha llevado a creerse alguien especial desaparece y de repente pasa a ser una persona anónima dentro la sociedad. Se puede entender perfectamente como puede afectar esta sucesión de hechos a una persona de su edad en  un momento fundamental de maduración personal; con tu esfuerzo te ganas la admiración de la sociedad, se aprovechan otros de ello y, cuando ya no pueden obtener ningún rédito, te dejan abandonada y en el olvido. 

Hasta aquí el relato de su historia, hasta su desaparición, que yo he sido capaz de captar y que puedo llegar a entender; el problema se me presenta en el momento en el que siendo una persona que vive en el anonimato desaparece, circunstancia que sufren infinidad de personas al año en este país sin merecer el más mínimo tratamiento informativo, y todos los focos se ponen nuevamente en ella. El tratamiento de los medios de comunicación es tremendo, los medios desplegados para su búsqueda son brutales y con un costo impresionante y, cuando aparece muerta, el desfile de políticos es interminable. 

Y yo me pregunto ¿por qué no se actúa en todos los casos similares de igual manera?, ¿qué sociedad hemos creado que es capaz de utilizar cualquier situación para obtener beneficios personales independientemente del daño que se pueda causar?, ¿de verdad no vamos a ser capaces de hacer algo?, ¿se está mejor en la comodidad de la inacción?. Pensemos que el mero hecho de reflexionar sobre ello ya es el primer paso para poder conseguir la solución.

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