La Felicidad

La semana pasada, en un suplemento dominical, aparecía un artículo de opinión en el que se hablaba de un derecho que proclama la constitución de los EEUU de América: “toda persona tiene derecho a poder conseguir la felicidad”, no “derecho a la felicidad” sino a “poder luchar por conseguirla” y el autor dice que es nefasto porque frustra a las personas ya que, al ser la felicidad una utopía, nunca puede alcanzarse.

Esto trajo a mi memoria una noticia de hace varios años sobre una investigación del departamento de psicología de la Universidad de Granada en la que llegaban a la conclusión de que los niños que tienen experiencias traumáticas, posteriormente son menos felices que los que no las tienen. Su propuesta de solución es que se les trate Psicológicamente para que olviden éstas y así eliminar el trauma.

Si nos preguntan que definamos la FELICIDAD sería difícil que aparecieran 2 respuestas iguales, pero en todas subyacería que implica un esfuerzo, que nunca llega a ser completa y que nunca se va a conseguir olvidando una parte de nuestra vida: yo añadiría, además, que todo el mundo tiene el derecho de poder conseguirla en su propia tierra sin verse obligado a emigrar por razones ajenas a su voluntad y que no sea egoísta buscándose exclusivamente a sí mismo y olvidando a los demás.

Creo que es un estado de ánimo, consecuencia de la coherencia entre nuestra forma de ver la vida y nuestras actuaciones en ella; en definitiva no podemos creer y predicar una cosa y, después, tener actitudes opuestas (por intereses) porque eso, a largo plazo, nos hará desgraciados. Pero sobre todo creo que, aunque la utopía sea imposible (nunca nos debe frustrar), lo más próximo a ella lo encontramos cuando hacemos felices a los que tenemos cerca.

Puedo afirmar, desde mi profesión, que no hay momento más sublime que el del contacto con una persona a la que, padeciendo una enfermedad incurable, has diagnosticado y tratado con la suficiente antelación como para que quede libre de enfermedad. Poder disfrutar de ese momento de felicidad y su mirada limpia es algo que no tiene precio y convierte la profesión en algo único.

Esa debería ser la meta de todos; conseguir la armonía colectiva aunque suponga un esfuerzo y una renuncia a cosas individuales.

SED FELICES HACIENDO FELICES A LOS DEMAS.

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