La gran asignatura pendiente

Lo es y lo será por los siglos de los siglos mientras toda la sociedad, y repito toda (hombres y mujeres), no tenga el convencimiento absoluto de que la única diferencia que existe entre los hombres y las mujeres es su rol en la función reproductiva; en todo lo demás somos exactamente iguales. Entonces ¿dónde está el problema?.

Ayer fue el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer y entre las cosas que he captado a lo largo de la mañana están una encuesta y las fotos de las mujeres ASESINADAS por sus parejas; en la encuesta parece que el resultado pone de manifiesto que en torno al 30% lo ve como normal y cree que el tratamiento político lo exagera, en las fotos me ha impresionado que prácticamente el 50% de las asesinadas parece tener menos de 35 años. No sé a vosotros pero a mí me ha impresionado brutalmente tanto una cosa como la otra y lo primero que he pensado ha sido no lo que se ha hecho a lo largo de los últimos 40-50 años (que también) sino que estamos haciendo ahora para que en la próxima generación de adultos no ocurra lo mismo.

Puesto a analizar he llegado a la conclusión de que en realidad se trata de un problema de poder; si fijamos el foco en la prehistoria la fuerza física que sus hormonas aportan al hombre le permiten imponerse con violencia y controlar todo a lo largo de los siglos, desde la libertad y la capacidad de poder adquirir una formación (no olvidemos que hasta la parte final del siglo pasado era excepcional ver a una mujer estudiando) hasta la religión, esta última con una capacidad de evolución aún menor.

Si hacemos un recorrido a lo largo de la historia, desde Grecia (cuna de la democracia), donde la mujer no podía salir a la calle si no iba acompañada del marido o del esclavo de confianza, hasta nuestros días nos daremos cuenta de que los avances en esta faceta no han sido comparables al resto de las actividades humanas.

De todo lo visto lo que más le ha impresionado es la juventud de los agresores en muchos de los casos conocidos; si a eso añadimos el acoso escolar (tanto físicamente como a través de la redes sociales) es fácil llegar a la conclusión de que el esfuerzo educativo realizado desde que estamos en democracia ha sido prácticamente nulo. Realmente parece que de lo único que se preocupa los políticos (elegidos borreguilmente por nosotros) es del adoctrinamiento para conseguir los votos necesarios para permanecer en el poder.

Mientras continuemos con el concepto de que con perseguir al maltratador (cuando se le persigue) es suficiente y no establezcamos una formación en el respeto (y no digo sólo en el respeto a la mujer) las siguientes generaciones continuarán con el mismo problema. Mientras no desaparezca de la cabeza de los hombres, cuando ven a una mujer guapa y vestida de forma llamativa (cosa que es su derecho), el pensamiento y la expresión “me la llevaría a la cama” mientras que si lo expresa una mujer es una “zorra”, continuaremos por el mismo camino.

La única ruta que yo veo para salir de este bucle es EDUCACIÓN, EDUCACIÓN Y EDUCACIÓN, pero no sólo en la escuela sino también, y quizás más importante, en el ámbito familiar; si lo maman en la familia y nadie les dice lo contrario esos niños se convertirán en maltratadores en el futuro.

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