Reflexiones en vacaciones V: Las vacaciones

Hoy en día es tal su institucionalización que tenemos la sensación de que siempre han estado ahí, en definitiva que existen desde la noche de los tiempos y yo aún recuerdo cuando las únicas que realmente conocíamos eran las de los estudiantes y hablarles de eso a los trabajadores del campo era de auténtica ciencia ficción.

Con el paso del tiempo la evolución nos ha llevado a acuñar, incluso, frases que han triunfado en los medios de comunicación como “la depresión postvacacional”, a organizar “operaciones salida” monstruosas con montones de muertos en nuestras  carreteras, a que dependan de ellas cantidades ingentes de puestos de trabajo (aunque sea de forma temporal) y a que dé la impresión de que la vida es imposible sin su existencia; incluso, pásmense, yo estoy seguro que hay más de uno que está deseando (aunque parezca una barbaridad) que en los países competidores turísticamente se produzcan atentados terroristas para que el flujo de turistas derive hacia su zona.

Llegados aquí a mi me gustaría poner encima de la mesa una pregunta que habitualmente no nos hacemos nunca: ¿cuál es realmente el origen de las vacaciones? ¿quién las inventó? ¿por qué y para qué?; y no me estoy refiriendo a esa semana, 15 días o mes en que nos desplazamos lejos de nuestro domicilio habitual si no al tiempo anual de descanso laboral, nos desplacemos o no.

Seguro que si salimos a la calle y preguntamos a cualquier paseante, el porcentaje que va responder que son un logro social, derivado de la lucha de los trabajadores en su entorno laboral, es mayoritario y seguro que tal como las disfrutamos actualmente tiene mucho que ver con eso pero, en algún momento, ¿se les a ocurrido pensar que grado de manipulación, hoy que todo es manipulable, puede haber en toda esta evolución? ¿alguna vez han pensado que al empresario también le pueden ser rentables pues liberan a los trabajadores, durante un tiempo, del exceso de estrés y les permite en el resto del año rendir de una forma más óptima? ¿qué porcentaje ha tenido cada una de esas opciones en el resultado final de las actuales vacaciones?. Llegados aquí dejo en sus manos el debate y voy a poner encima de la mesa otras preguntas que para mí tienen más importancia.

¿Por qué hay tanta gente que, después de las vacaciones, le cuesta tanto reincorporarse a su actividad normal?. ¿ Por qué hay tanta gente que durante ese periodo, relativamente relajado, es incapaz de actuar con respeto hacia los demás?. ¿Por qué hay tanta gente deseando que les llegue la jubilación sea a la edad que sea?. Yo tengo un conocido que con 36 años y siendo el director de un banco en Vitoria manifestó, en mi presencia, que si le hicieran una buena oferta se jubilaba, y yo pregunto ¿para hacer qué? o ¿para no hacer nada a esa edad?.

No se si estarán de acuerdo conmigo pero yo tengo la sensación de que todo esto tiene mucho que ver con la educación, con la dificultad de tener la libertad suficiente para poder elegir la profesión que a cada uno le guste y tenga la facilidad innata para desarrollarla a la vez que disfruta de ello; en definitiva lo que Sir Ken Robinson llama encontrarse en su “elemento”.

Independientemente de todas estas consideraciones lo verdaderamente cierto es que posiblemente sea el período más esperado del año por todos los trabajadores y que, junto con las prestaciones sociales (jubilación, baja laboral, cobertura sanitaria, etc.) marquen la gran diferencia entre los países avanzados y el mal llamado «tercer mundo»; lo único que tenemos que hacer es mantenernos vigilantes de su cumplimiento porque últimamente da la sensación que, utilizando atajos legales vía contratos temporales cortos amparados en leyes que lo permiten, se están soslayando todos estos derechos: y eso no sólo en la empresa privada sino también en la Administración.

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