Y, como siempre, el ramo

Pero esta vez no de retama ni de olivo sino de recuerdos y agradecimientos; fuiste capaz de generar tantos que para ponerlos de manifiesto necesitaríamos varias vidas y seguro que nos olvidaríamos alguno.

Es difícil decidir por donde empezar pero hoy quiero hacerlo viéndote en una de las actividades con las que más disfrutabas incluso cuando la tenías que practicar para poder comer: LA CAZA, entendida inicialmente como lo que era en su origen, una necesidad alimenticia, aunque posteriormente derivó en actividad lúdica pero con el respeto que siempre demostraste con todo en la vida.

Hoy en el día de tu 101 cumpleaños quiero felicitarte, en nombre de todos los que te recordamos y queremos y entre lo cuales permaneces, con un recuerdo de hace 16 años: tu último día de caza, tu último disparo y el último conejo que mataste con él. Tenías 85 años, estábamos cazando los conejos del monte del Reboyalico y tú estabas de espera en el paso del camino de la Raya; yo iba con los perros por el monte y, cuando estaba a unos 100 metros de ti, echaste la escopeta a la cara y disparaste: te pregunté a que le habías tirado y tu contestación fue para enmarcar “ha asomado las orejas un conejo y yo creo que le he tirado bien, voy a ver” y cuando llegaste, allí estaba muerto entre las jaras. Al volver a Vitoria dijiste que ya no querías renovar el permiso de armas y que hiciera la transmisión de la escopeta; lo hiciste como todo en tu vida, con paz y sin malos modos sabiendo que, en este mundo, todo tiene su fin y aceptándolo con tranquilidad.

He elegido este episodio por lo significativo de ser tu último lance cinegético pero podrían haber sido otros muchos, tanto de caza como del resto de tus actividades, a través de los cuales me fuiste enseñando todas las cosas que valen la pena: el cariño, el respeto, el agradecimiento, la solidaridad, la lealtad y todo el resto de actitudes de la vida que hacen que puedas disfrutarla y hacer que la disfruten los que te rodean. Por todo esto añoramos tu presencia física y lo continuaremos haciendo siempre a pesar de que los recuerdos lo mitiguen.

Tus biznietos (2 niños y una niña), a los que no conociste pero con los que habrías disfrutado transmitiéndoles todo como lo hiciste conmigo, tus nietas a las que sí conocías y te siguen queriendo con locura, Clemen para quien siempre has sido una referencia y yo mismo que junto con mi madre seré la persona que más te quiere y admira, te deseamos un primer cumpleaños de tu segundo centenario muy feliz en el que brindaremos por ti y por mamá con una de las copas que a ti te gustan tanto. ¡ZORIONAK!.

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