Las herramientas

La definición de ABOLICIÓN en el diccionario de la RAE es: Dejar sin efecto o vigencia una norma o ley. La de DEROGACIÓN es: Dejar sin efecto o vigencia una norma o ley sustituyéndola por otra del mismo o superior rango. Yo puedo entender que cuando en un país democrático existe una ley, procedente o no de una época dictatorial, que sólo busca el castigo de los ciudadanos sin ningún tipo de regulación de su actividad para conseguir una vida mejor se pida una ABOLICIÓN; pero cuando hablamos de leyes que regulan la convivencia para mejorarla desde el respeto y que pueden tener sus fallos, para solucionar el problema tendremos que hablar de DEROGACIÓN porqué con la abolición estaremos dejando sin ningún tipo de control una parte de la actividad de la sociedad y eso, desde mi punto de vista, va a resultar mucho más peligroso que la propia vigencia de la ley.

Hay que ser conscientes de que vivir en una democracia no significa que cada uno pueda hacer lo que le de la gana, sino que tenemos que respetar las leyes generadas en ella y las personas con las que convive; a medida que pasa el tiempo la sociedad va evolucionando y esas leyes se van quedando parcialmente obsoletas, unas más rápidas que otras, incluso la propia Constitución, y cuando llega ese momento habrá que actualizarlas, siempre con sensatez, pero nunca por una ABOLICIÓN sino por una DEROGACIÓN en el caso de leyes normales y una ENMIENDA en el caso de la Constitución.

Durante muchos años, sobre todo desde el advenimiento de la tecnología de la información, tuve la sensación de que, con sus avances, se conseguirían grandes mejoras en materia de educación; el pasar de una forma de aprender preferentemente memorística y teniendo que recurrir a multitud de libros en las consultas a otro en el que dicha información la tienes rápidamente a tu alcance simplemente accionando el teclado, debería significar una mayor facilidad para dominar en conceptos y gramaticalmente el idioma. 

Todo esto viene “a cuento” porque esta mañana he oído decir en un programa de radio, tratando el día de la mujer, que había que ABOLIR la constitución y eso me ha llevado al “campo de minas” que es la total ausencia de dominio del idioma, por parte de los profesionales de la información, que al final es la herramienta que utilizan para desarrollar su trabajo; ¿se imaginan que pasaría si un chófer no supiera conducir su camión, un albañil no dominara los útiles de su trabajo o un cirujano no controlara el bisturí? Lo primero que hay que pedirle a un profesional responsable es que tenga un dominio exquisito de las herramientas que tiene que utilizar en su trabajo y más cuando el mal uso de éstas puede derivar en un daño, a veces irreparable, del resto de sus conciudadanos.

Pero ¿de dónde procede esa ausencia de dominio del idioma?. Yo, personalmente, creo que básicamente tiene dos causas; una derivada de la enseñanza, en la que el aprendizaje de la gramática y el desarrollo del interés por preguntarse cosas y que estas preguntas te lleven a aprender y a razonar, desde la observación de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y a ser críticos, siempre dentro de la lógica, brilla por su ausencia. No olvidemos que cada cambio de partido en el gobierno significa una nueva ley de educación y en ella priman los intereses partidistas y el adoctrinamiento por encima del interés de la sociedad (esto es factible porque dichos cambios de ley nunca requieren la mayoría cualificada suficiente para que su modificación haya que hacerla por consenso); la segunda creo deriva de ese estar permanentemente encima de una pantalla y de la inmediatez de esas comunicaciones, construyendo frases difícilmente entendibles y horriblemente estructuradas, que terminan siendo de uso común, aunque a las personas que amamos y dominamos esta maravillosa herramienta de comunicación que es el ESPAÑOL, o si prefieren CASTELLANO, nos haga un daño tremendo cuando las oímos o las leemos.

Hoy en día es habitual encontrarte, en la prensa escrita, titulares que tienes que leer varias veces para poder entenderlos,  por la simple ausencia de una sencilla coma y eso sin que el servicio de corrección del medio se haya esforzado en solucionarlo. Esta forma de actuar, vista desde fuera, da la sensación de una total ausencia de interés en el respeto del idioma y los potenciales lectores; a todo esto tenemos que añadir el “efecto contagio” que puede generar en el resto de los ciudadanos los cuales pueden pensar tranquilamente “¿para qué me voy a esforzar yo si los que viven de eso no lo hacen?”. Igualmente, si os fijáis, los participantes en las tertulias televisivas están permanentemente pendientes de su tablet o teléfono (leyendo y contestando) situación en la cual lo que menos les importa es la corrección gramatical y ortográfica de lo leído y escrito y lo lógico es que esto, poco a poco, vaya creando los hábitos si no haces un esfuerzo para evitarlo. 

Para terminar me gustaría pedir a todos, profesionales y gente de “a pie”, que se esforzasen en su buen uso pensando en dejar a las siguientes generaciones, sin deteriorar, esta maravilla que es nuestro idioma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *