Leña a los de siempre

En cualquier sociedad que se precie de justa y democrática los impuestos son imprescindibles para poder cubrir las necesidades comunes de todos sus miembros, como pueden ser las infraestructuras y el eliminar los desequilibrios que siempre genera la convivencia.

Partiendo de este punto hace mucho tiempo que defiendo que, siempre que sea posible, las compras se deben hacer en el pequeño comercio local puesto que así se fomenta que el dinero se mueva en ese entorno y tribute en la Administración que sustenta con esos impuestos el bienestar de esa sociedad.

De igual manera he defendido que la persecución del fraude que supone el pago en negro se haga preferentemente en los momentos de bonanza económica puesto que si lo hacemos en momentos de dificultad económica y mucha gente prescinde de transacciones que no le son imprescindibles, por no poder soportar el aumento que el IVA va a suponer en el precio final, la situación puede empeorar manifiestamente.

También defiendo que los impuestos y sus actualizaciones en las subidas deben ser proporcionales a los ingresos de quien debe tributar y esto solo se consigue en los directos; los impuestos indirectos, en definitiva los que se tributan en base al consumo, son por propia naturaleza injustos puesto que afectan lo mismo a quien tiene unos ingresos altos que a quien los tiene bajos y si hablamos de bienes y servicios de primera necesidad, imprescindibles para la supervivencia de las personas (como la electricidad o el gas), yo me atrevería a llamarlos faltos de la más mínima ética y justicia social. Por otro lado hay un nuevo tipo de ingresos de la Administración, que también se podrían calificar como impuestos, que son los derivados de las loterías y apuestas del Estado, cuyo número y volumen se va incrementando exponencialmente y su publicidad se podría calificar de obscena pues casi siempre apela a sentimientos que están muy a flor de piel en las personas; además, en este caso, quien juega es, fundamentalmente, quien tiene mas necesidades buscando solucionarlas con un premio y el mayor ganador es siempre el Estado. Solo en el sorteo de Navidad sus ingresos están muy próximos a los 1.500 millones de €. 

Hay otro tipo de impuestos que, desde mi punto de vista, se les podría calificar de auténtico atraco y que son el de patrimonio, donaciones y herencias; si nos fijamos un poco, el ahorro que se ha conseguido ya ha tributado en el momento de conseguirlo, ¿por qué tiene que hacerlo nuevamente ahora?; si a alguien le quema o se lo roban ¿también tiene que tributar? Yo puedo entender que los beneficios generados por ese patrimonio sí tributen pero no el patrimonio en sí; puedo entender que, siendo mío y habiendo tributado lo que corresponde según la ley, puedo donarlo a quien estime oportuno (mis hijos por ejemplo) sin tener que pagar ningún tipo de impuesto por ese acto de donación y si quien lo recibe lo utiliza para conseguir nuevos ingresos, estos sí deben tributar.

Si nos fijamos un poco en de donde proceden la mayor parte de los ingresos por impuestos de la administración nos daremos cuenta que es de los impuestos indirectos y ahí pagamos todos igual tengamos la capacidad económica que tengamos por lo que la justicia del sistema deja mucho que desear.

Por otra parte, derivado de la manipulación para favorecer la venta “online”, en los últimos tiempos ha crecido exponencialmente este tipo de ventas a través de empresas tecnológicas que se llevan el dinero, normalmente a Irlanda, donde prácticamente no tributan nada,  descapitalizan la sociedad e impositivamente no participan en su mantenimiento; se ha hablado mucho de una tasa impositiva fija a este tipo de empresas, básicamente americanas, pero hasta ahora no hay nada conseguido y me temo mucho que nunca se consiga dado el poder y la capacidad de influencia que tienen.

Si a todo esto añadimos que, periódicamente, a los poderosos que llevan sus ingentes ingresos a paraísos fiscales les conceden una amnistía, en la que no pagan más de un 5% para regularizarlo, (Montoro lo explicaba como el cebo a los “pececitos” para que no se fueran a nadar al fondo) entenderán perfectamente la elección del título de este escrito pues los únicos que quedan cumpliendo con las obligaciones tributarias son los “pringadillos” cuyos ingresos están totalmente controlados y que siempre coinciden con los sectores de la llamada clase media hacia abajo; la minoría que corresponde a la media-alta y alta y que controla mayoritariamente el movimiento económico nacional viven en el “país de nunca jamás” en el que, para ellos, la tributación de impuestos es algo inexistente. Su concepto es que ya aportan suficiente con tener sus negocios gracias a los cuales los demás comen y ellos se forran. 

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