Los bañistas

En buena lógica un bañista es el que se baña. Si acudimos al RAE con el término bañarse nos encontramos como primera acepción con: “Sumergirse en agua u otro líquido”.

En su última comparecencia en Comisión Parlamentaria el Secretario de Estado para la Comisión Europea para responder sobre los refugiados calificó a éstos como: “personas que se echan al agua, en el Mediterráneo, para que se les rescate y se les traiga a Europa”. Si seguimos el hilo racional el que se echa al agua se sumerge en ella y por lo tanto se está bañando, en definitiva es un bañista y los bañistas, habitualmente, lo hacen voluntariamente y para disfrutar.

Hasta ahora yo daba por supuesto (aunque en la actualidad es mucho dar)  que cuando una persona accede a un puesto como ese (tres escalones por debajo del Presidente del Gobierno) tiene demostrada la formación y la sensatez suficientes, pero visto lo visto estas suposiciones hay que ponerlas en cuarentena; aunque quizás la formación general la tiene pero sobre este tema no se ha preocupado en informarse antes de hablar y entonces habría que calificarle de insensato e irresponsable o, peor todavía, está hablando así para justificar actitudes injustificables y entonces ya hablaríamos de mala gente.

La cosa no quedó ahí si no que la completó diciendo que “con esa acción generaban efecto llamada y que el rescate no lo hacían las ONG sino el Ejército”.

Mire Sr. Secretario de Estado, si usted me lo permite, yo le aconsejaría que antes de hablar de nuevo sobre ese tema dedicara un par de meses de su tiempo en recorrer el llamado, antiguamente, “Fértil Creciente”, el Cuerno de Africa y toda el Africa Subsahariana, ver como viven aquellos a los que aún no han matado sin ser culpables de nada y preguntarse quien o quienes han facilitado esas condiciones y si de verdad es justo que cualquier persona se vea obligada a vivir en la esclavitud y sin tener la seguridad de ver la luz del día siguiente. Pregúntese que tiene que ver con eso el tráfico de armas que enriquece a los que lo dominan (no olvide Sr. Secretario que las fábricas que controla su Gobierno fabrican muchas de ellas) y el expolio de las materias primas para lo cual les colocan dictadores sanguinarios que los esclavizan.

Y ya para terminar el viaje vuelva por Libia, Argelia, Marruecos, Turquía y Grecia, entre en contacto con las mafias que les quitan el poco dinero del que disponen (a los que han conseguido llegar) y los meten hacinados en unas lanchas con combustible justo para perder de vista la costa.

Y ya para terminar Sr. Secretario me gustaría contarle, como dicen en mi tierra, un “susedido”: me imagino que conocerá que el desarrollo de los animales en Australia se produjo en total aislamiento y que los predadores eran mínimos y primitivos; cuando llegaron los ingleses introdujeron los conejos animal que, en Europa, ha evolucionado con una capacidad reproductiva tremenda para sobrevivir a la presión predatoria que tiene que soportar. En su nuevo territorio se convirtió en una plaga que se intentó solucionar con otro error; introducir zorros que se dedicaron a matar a los animales autóctonos que eran más fáciles. Llegados a este punto pensaron que si construían, con vallas, una especie de embudo que terminara en un espacio muy grande, con unas paredes muy altas y ojeaban los conejos con helicópteros, los podrían encerrar allí y luego matarlos.

¿Quiere saber el resultado Sr. Secretario?; pues que inicialmente parecía correcto pero, a medida que iban llegando, los primeros eran aplastados por los siguientes y así hasta que el montón era tal que los nuevos que llegaban pasaban por encima de la pared y quedaban en libertad.

El otro día vi, en una cadena de tv, una especie de encuesta a distintos habitantes de zonas muy frías y desérticas del planeta en la que se les preguntaba si querrían irse a vivir a zonas más fáciles y cómodas; todos contestaron que no. No olvide nunca Sr. Secretario que, salvo honrosas excepciones, a los humanos les apetece vivir y morir donde su madre los parió si no hay alguien que los esclavice o asesine; pero si esto ocurre no hay fuerza humana ni muro que los pare, lo mismo que ocurrió con los conejos en Australia. Más valdría que, en lugar de dedicar el tiempo a intentar justificaciones ridículas y ofensivas como la suya, se esforzaran en eliminar el tráfico de armas que facilita las guerras y el expolio de materias primas a través de dictadores sanguinarios que se está produciendo en Africa Subsahariana.

Mientras en su país la muerte o la esclavitud sean seguras y emigrando tengan una esperanza no dude que ni usted ni nadie va a ser capaz de pararlos.

No piense Sr. Secretario que soy un iluso y que pienso que esto que he escrito va a solucionar algo; estoy seguro que la mayoría se va a reír de mí pero me gustaría decirle una cosa: si solo una persona es capaz de leerlo y reflexionar y entenderlo me sentiría tremendamente satisfecho y tendría la sensación de que habría comenzado una nueva dinámica.

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