Y, por fin, la primavera

Árbol florecido (Larrabea)

Y, de nuevo, con ELLA la vida inicia un nuevo ciclo (por lo menos en nuestras latitudes): las plantas se despiertan de su letargo invernal, activan su metabolismo y, con el brote de las hojas, inician el proceso reproductivo (que se culminará antes del invierno) floreciendo; los insectos, que les ayudan en sus funciones, disfrutan de su corto ciclo vital; los pájaros inician sus cortejos con increíbles melodías y preparan la reproducción, y nosotros, los llamados «seres inteligentes», que muchas veces no nos damos cuenta de esta maravilla para disfrutarla y protegerla, no somos capaces de analizarla en profundidad y sacar conclusiones que sean positivas para nuestra vida y la de nuestra especie.

Todo lo anterior tiene un orden y un sentido; las plantas brotan gracias a la luz y el calor y, con sus brotes y flores, alimentan a los insectos (de los que se aprovechan para su fecundación) y estos sirven de menú para incontables animales entre los que se encuentran los pájaros que utilizan este momento para sacar adelante su prole. Si profundizamos un poco más podemos darnos cuenta de que, a pesar de coincidir en el tiempo y depender unos de otros, sus ciclos no tienen nada que ver; los hay de ciclo vital largo y reproductivo corto (los árboles), de ambos cortos (los pájaros) y de ambos supercortos (los insectos) pero la finalidad de todos es siempre la misma: LA PRESERVACION DE LA ESPECIE, independientemente de que eso  cueste la vida a un gran nº de ellos; en definitiva: NO CONTEMPLAN EL EGOISMO.

Conviviendo con todos ellos pero actuando de una forma totalmente distinta nos encontramos nosotros (el escalón más alto de la ¿evolución? en este planeta); mientras ellos son capaces de dar su vida individual para que la especie perviva nosotros, los humanos, somos capaces de destruir todo lo que permite esa vida por el mero hecho, no de mantener nuestra vida individual, sino de obtener riquezas o poder que no vamos a necesitar para nada que no sea sojuzgar a los demás.

Ese egoísmo por las riquezas y el poder genera la mala envidia (yo creo, en contra de muchas opiniones, en la envidia sana –luego hablaremos de ese concepto- que puede mover el mundo), la rapiña, la esclavitud, el odio etc. En definitiva todos los vicios que nos pueden convertir en seres despreciables.

Explotamos y esclavizamos al débil, traicionamos y destruimos (si podemos) al fuerte y el equilibrio ecológico, que mantiene vivo este planeta, nos importa muy poco cuando está por medio nuestro enriquecimiento personal. Hemos aprendido a manipular la información y somos capaces de vender maravillas cuando en realidad lo que estamos generando es destrucción. Hemos prescindido del futuro de este planeta y cuando alguien dice que por este camino vamos hacia la extinción se le contesta que seguiremos evolucionando y nos adaptaremos a las nuevas condiciones como hemos hecho a lo largo de toda la historia.

Los que hayáis llegado hasta este punto pensaréis que tengo un pensamiento catastrofista y nada menos cierto; intento reflejar la realidad de un alto porcentaje de la humanidad pero la verdad es que yo soy optimista, creo que hay un nº importante de personas que respetan y ayudan a respetar y a ser solidarios y practican la “envidia sana” (que estimula el progreso y la evolución) que les permite, mediante el esfuerzo y el respeto al que está en una posición superior, llegar a su nivel y mejorar la sociedad. Continuo creyendo, a pesar de la experiencia de los años, que esta positividad y el esfuerzo desinteresado de todas estas personas conseguirá salvarnos de la hecatombe que, de otra forma, sería inevitable.

Sólo me queda pediros que nunca abandonéis el lado positivo a pesar de las tentaciones que os podáis encontrar por el camino. ESTE MUNDO MARAVILLOSO en el que vivimos os lo agradecerá y os permitirá disfrutarlo, en toda su plenitud cada primavera con el NUEVO CICLO DE LA VIDA.

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